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Jueves 4 de Diciembre de 2025

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04/12/2025

Arquitectura, memoria y comunidad: el caso del pueblo que planteó un nuevo paradigma sobre el Mediterráneo

Fuente: telam

En el corazón del suroeste turco, Akyaka se consolida como referencia internacional al lograr un equilibrio entre tradición, desarrollo local y atractivo turístico

>En el suroeste de Turquía, Akyaka se alza como uno de los últimos refugios de calma y autenticidad en el litoral mediterráneo, un Lo que muchos ignoran es que detrás de este equilibrio hay un nombre fundamental: Nail Çakırhan, el poeta y arquitecto autodidacta que, con un plan preciso y sensibilidad, salvó a Akyaka de la “En la década de 1970, Akyaka era apenas un pequeño asentamiento pesquero rodeado de pantanos y mosquitos, sin más atractivo que su entorno natural, de acuerdo con lo resaltado por el Fethiye Times. Mientras el turismo crecía y otras zonas de Anatolia sucumbían ante la construcción masiva, el pueblo parecía destinado al mismo destino. Entonces ocurrió el giro decisivo.

Sin formación académica en arquitectura, el poeta se inspiró en los modelos tradicionales de la época otomana y edificó su casa en un acantilado con vistas al mar. Pero no era solo una vivienda: su diseño, sencillo y funcional, integraba métodos autóctonos y materiales naturales. Las paredes blancas, los aleros profundos y la ventilación cruzada hacían frente al sofocante calor, y las estructuras de madera resistían los frecuentes terremotos de la región. El interior, modesto y práctico, encarnaba la perfecta combinación entre tradición, utilidad y elegancia.

Pronto, los habitantes influyentes de la región, cautivados por la propuesta de Çakırhan, solicitaron casas bajo el mismo concepto. Así, la demanda avivó oficios que languidecían, como la carpintería, generando empleo y permitiendo que una nueva generación aprendiera de los métodos ancestrales. La visión del poeta se erigió, literalmente, en la base del futuro urbanismo de Akyaka.

El impacto de Çakırhan se percibe no solo en lo físico, sino también en el cambio de mentalidad de sus habitantes. Tal es el caso de Hamdi Yücel Gürsoy, propietario del Hotel Yücelen, quien recuerda que sus sueños “eran muy diferentes antes de conocer a Nail”. Explicó que, gracias al arquitecto, aprendió a valorar “la gente, la naturaleza y la cultura”. Así lo relata: “A veces, una persona llega a tu vida y la cambia por completo. Nail fue una de ellas”.

En la actualidad, Akyaka ostenta el estatus Cittaslow, reconocimiento mundial que distingue a las ciudades comprometidas con la calidad de vida y la conservación de su herencia. Visitantes recurrentes, como Ezgi Yasemin, elogian el atractivo único del lugar: “Ciudades antiguas, montañas, eucaliptos, naranjos, campos de sésamo, un río Azmak limpio y gente intelectual”, detalló a The Guardian.

No todo es fácil. El éxito genera presiones: en los últimos cinco años, especialmente tras la pandemia, el pueblo ha atraído a quienes buscan escapar del caos urbano. Su inclusión reciente entre los Mejores Pueblos Turísticos de las Naciones Unidas amenaza con comprometer la atmósfera apacible. Aunque las normas urbanísticas frenan la proliferación de torres de hormigón, el incremento del turismo y el ritmo agitado del verano ponen a prueba el espíritu “lento” de Akyaka.

“Ahora soy la persona más consciente del medio ambiente en Muğla. Se lo debo a Nail Çakırhan y Halet Çambel”, afirmó Gürsoy.

Fuente: telam

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