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20/01/2025

El príncipe heredero saudí, Mohammed Bin Salman, quiere aprovechar el vacío de poder dejado por Irán en Medio Oriente

Fuente: telam

El reino de Arabia Saudita no pierde el tiempo para llenar la vacante cómo líder regional dejada por Teherán, que ha visto la destrucción de sus apoderados, se envalentonaban sus enemigos y se diezmaba su influencia en la región

>Poco después de que el jefe del ejército libanés, Joseph Aoun, fuera elegido este mes como su próximo presidente, se desplegaron pancartas gigantes de él y del príncipe heredero Mohammed Bin Salman en la fachada de un edificio en la provincia septentrional de Akkar, aclamando al gobernante de facto de Arabia Saudita como el “líder de los árabes”.

Con la entrada en vigor el domingo de un frágil acuerdo de alto el fuego, la influencia de Teherán se ha visto mermada, por ahora: sus aliados en Líbano y los territorios palestinos diezmados, su aliado sirio Bashar al-Assad depuesto y su enemigo Israel envalentonado. Arabia Saudita no pierde el tiempo para llenar el vacío.

Quién prevalezca finalmente en este duelo de visiones para la región tiene grandes consecuencias, no sólo para las dos potencias implicadas, sino también para el resto del mundo, incluidos los inversores globales que apuestan por los planes del príncipe heredero de expandir la economía de Arabia Saudita y reducir su dependencia del petróleo.

MBS, como también se le conoce, es consciente de que su éxito en casa depende de que los alrededores del reino estén en relativa paz y a bordo de su impulso para alejar a la región de las guerras y los fracasos económicos hacia el desarrollo y la prosperidad, añadió Fahs. Las luchas actuales de Irán representan una gran oportunidad para acelerar ese cambio.

Aun así, el reino está tratando de evitar alienar a Teherán, incluso mientras desempeña un papel activo en la configuración de las transiciones políticas en Líbano y Siria, y se prepara para “el día después” en Gaza, en términos de quién gobierna el enclave, cómo se reconstruye y las condiciones para una mayor normalización de los lazos entre Israel y los Estados árabes.

La esfera de influencia regional de Irán se ha desmoronado desde que Hamás atacó Israel el 7 de octubre de 2023 -desencadenando una invasión israelí de Gaza que ha destruido el enclave y dejado decenas de miles de muertos-, empezando por los asesinatos de muchos de los líderes militantes más próximos a Teherán. Hamás ha sido designada organización terrorista por Estados Unidos y muchos otros países.

En Siria, el derrocamiento de Assad el mes pasado puso fin a cuatro décadas de influencia iraní sobre la familia gobernante Assad y a la posición del país del Mediterráneo oriental como eje de su llamado “Eje de la Resistencia” a Israel y Occidente. Y en el vecino Líbano, Hezbollah -que hasta hace poco dominaba el país militar y políticamente y servía de modelo para el eje de Irán- ha perdido a su cúpula dirigente y su puente con Teherán a través de Siria. Estados Unidos considera al grupo una organización terrorista desde 1997.

Aunque se ha movido con rapidez para aprovechar el repentino cambio en la suerte de Irán en la región, está actuando con cautela para no enemistarse con Teherán ni con sus propios aliados, según varias personas conocedoras de las ideas del gobernante saudí. No quisieron ser identificados para poder hablar con libertad.

Arabia Saudita se ha presentado cada vez más como el gran convocante, con su muy querido ministro de Asuntos Exteriores, el príncipe Faisal Bin Farhan, ejerciendo de anfitrión de los principales interesados regionales y occidentales en Siria la semana pasada, tras su asamblea de octubre de una “alianza global” para la solución israelí-palestina de dos Estados.

Añadió que el reino ha trabajado duro para forjar un consenso entre sus aliados árabes y musulmanes y para aprovecharlo en las interacciones con Europa y Estados Unidos mientras discuten el proyecto de ley para reconstruir Gaza, Líbano y Siria, cuyo coste se estima en decenas de miles de millones de dólares.

Las preocupaciones económicas internas limitarán lo que Arabia Saudita puede ofrecer. Los países ricos del Golfo también quieren evitar los errores del pasado, cuando donaron miles de millones de dólares a sus vecinos árabes más pobres para luego verlos dilapidados por la mala gestión y la reanudación de los conflictos.

Pero los retos van más allá de encontrar el dinero para reconstruir la región.

Irán sigue dominando Irak y Yemen, países fronterizos con Arabia Saudita. Además, las crecientes tensiones en torno al programa nuclear de Teherán y cualquier movimiento de escalada contra Irán por parte de Israel o Estados Unidos pueden alimentar nuevas amenazas para Riad y sus aliados del Golfo.

Arabia Saudita y Turquía han colaborado estrechamente en Siria -donde Ankara lleva décadas implicada y desempeñó un papel clave en la caída de Assad-, pero las dos potencias regionales siguen compitiendo por influir en sus nuevos líderes, en medio de las preocupaciones de Israel, vecino del sur del país.

Riad también debe lidiar con los intereses de sus propios aliados, entre ellos Emiratos Árabes Unidos, que ha expresado públicamente su recelo ante el nuevo gobierno interino islamista en Siria. Está dirigido por Hayat Tahrir Al-Sham -exfilial de Al Qaeda-, al que Arabia Saudita y los aliados regionales y occidentales están dispuestos a dar una oportunidad en aras de la estabilización del país.

El líder de HTS, Ahmed Al-Sharaa, ha hecho todo lo posible por transmitir moderación a Occidente y aplacar a Arabia Saudita y otras potencias del Golfo. Pero también habrá dificultades para tratar con él.

Irán también tiene sus propias cartas que jugar. Teherán podría decidir reforzar su programa de armas nucleares para compensar la pérdida de sus apoderados, lo que probablemente provocaría una respuesta israelí y estadounidense, afirmó John Sawers, ex director de la agencia británica de inteligencia exterior MI6, durante el acto de Chatham House celebrado la semana pasada.

(Con información de Bloomberg)

Fuente: telam

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