+ + google.com, pub-1274458394868065, DIRECT, f08c47fec0942fa0

Jueves 4 de Diciembre de 2025

Hoy es Jueves 4 de Diciembre de 2025 y son las 16:09 -

04/12/2025

Mali, el corazón de la bestia

Fuente: telam

El avance de grupos extremistas revela una crisis estructural que amenaza con transformar la región en un epicentro de inestabilidad y proyección de violencia más allá de África

>Cuando, en marzo de 2024, la filial afgana del Si el Sahel formó parte de las motivaciones de aquel atentado terrorista, no fue solo por la retórica yihadista, sino sobre todo por el valor estratégico de esa franja africana convertida, hoy por hoy, en el epicentro del yihadismo mundial. Los datos del último Índice Global de Terrorismo (GTI) son rotundos: el 51% de todas las muertes relacionadas con el terrorismo en 2024 se han producido en el Sahel, cuando en 2007 representaban el 1% mundial. En suma, 3.885 muertos del total mundial de 7.555. Y durante el 2025 se han registrado, según la Armed Conflict Location and Event Data (ACLED), 2.500 víctimas mortales en más de 1000 actos vinculados al yihadismo. Solo en el mes de octubre están confirmados 99 ataques terroristas con un balance de 613 muertos, concentrados en la frontera entre Mali y Burkina Faso.

La inmensa mayoría ocurrieron a manos del Estado Islámico del Sahel (que desde 2020 ha duplicado el territorio que controla en Mali) y de la franquicia de Al Qaeda, Jama’at Nusrat al Islaman wal Muslimeen (JNIM, por sus siglas en inglés), que es la red más poderosa. De hecho, en 2024 fue la responsable del 73% de las acciones violentas en la región.

Y si la estrategia es clara, también lo es el objetivo: la creación de un califato yihadista al estilo del que tuvo el Daesh en Mosul, pero instalado al sur del Magreb. Es decir, una especie de Afganistán del Sahel situado a las puertas de Europa, con el riesgo de contaminación yihadista hacia los países del Magreb.

Después vendría la violenta revuelta tuareg de 2012, la derrota del ejército, la práctica destrucción del estado maliense, y los meses de dominio de la región, que les permitió acumular un gran arsenal armamentístico. Finalmente, en 2013 con la Operación Serval de Francia, bajo el auspicio de la ONU, se restituyó el gobierno y se inició un gran operativo antiterrorista con Francia a la cabeza y un conglomerado de acciones multilaterales de lucha antiterrorista concentrados en el G5 Sahel (la fuerza conjunta integrada por Mali, Mauritania, Níger, Chad y Burkina faso), y la MINUSMA (Misión Multidimensional integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en Mali).

¿Será Mali un nuevo califato yihadista? ¿Lo será todo el Sahel? Los indicadores invitan al pesimismo, no solo por la capacidad del yihadismo de nutrirse de los conflictos intercomunitarios y presentarse como defensores de las comunidades marginadas, sino también por el fallo sistémico de los estados que allí operan. Territorios desestructurados, comunidades enfrentadas, gobiernos fallidos, intereses geopolíticos y ahora la bota rusa pisoteando la región. En esa situación de colapso profundo, los cantos de sirena del califato salvador son enormemente seductores para una población sin futuro y con un presente aterrador. Esa es la terrible evidencia: el yihadismo no avanza entre la población porque aterroriza, avanza porque convence. Es una ideología del mal hábilmente camuflada de esperanza.

Fuente: telam

Compartir