05/03/2025
La mentalidad de “suma cero”: un modelo que divide al mundo

Fuente: telam
El concepto de suma cero, que plantea que los beneficios de unos implican las pérdidas de otros, se ha expandido desde la política hasta la cultura, cambiando la forma en que vemos la cooperación global, informa The New York Times
>El pensamiento de suma cero es una concepción que ha penetrado múltiples aspectos de la Este modelo, que sostiene que las ganancias de unos siempre implican pérdidas para otros, ha sido cada vez más adoptado en distintos contextos, dejando de ser una simple teoría para convertirse en una fuerza que modela nuestras percepciones y comportamientos a nivel global.
El concepto de suma cero tiene sus raíces en la competencia por recursos limitados. A nivel personal, Damien Cave (periodista y autor del artículo en The New York Times) refleja cómo, durante su niñez, participaba en una búsqueda de huevos de Pascua organizada por su abuelo.Este ejemplo, aunque inocente, ejemplifica la mentalidad de suma cero, donde la victoria de uno es directamente proporcional a la derrota del otro.
De forma más amplia, esta lógica se ha instalado en el núcleo de los debates políticos y económicos actuales, promoviendo una visión del mundo como una competencia donde los recursos son limitados y donde no hay espacio para la cooperación.
Un ámbito en el que el pensamiento de suma cero ha tenido un impacto notable es la política global. En este sentido, figuras como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se han convertido en símbolos de un enfoque proteccionista y confrontacional.En esa época, la globalización se percibía como un motor que podría beneficiar a todas las naciones, un principio que ahora se está viendo desmantelado en favor de una visión más cínica, en la que el “nosotros contra ellos” predomina sobre la posibilidad de encontrar soluciones compartidas.
El pensamiento de suma cero no es solo un producto de las decisiones políticas, sino también un fenómeno profundamente enraizado en la psicología y la cultura de los individuos y las sociedades.Esta visión, conocida como la “imagen del bien limitado”, es un componente central de la mentalidad de suma cero.
Los estudios han mostrado que las sociedades jerárquicas, con disparidades económicas, son más propensas a adoptar este tipo de creencias.A menudo, las personas caen en una “sesgo de suma cero”, interpretando situaciones competitivas como más antagonistas de lo que realmente son.
Un ejemplo clásico sería el de dos colegas luchando por una promoción; aunque solo uno puede ser ascendido, ambos pueden beneficiarse a largo plazo si la empresa prospera.A lo largo de la historia, el pensamiento de suma cero ha sido responsable de algunos de los conflictos más destructivos.Esto resultó en guerras devastadoras, como la Guerra de los Treinta Años y la Guerra de los Ochenta Años, que no solo destruyeron territorios, sino que también costaron millones de vidas.
Sin embargo, los economistas señalan que este modelo mercantilista, lejos de fomentar la prosperidad, restringió la creación de riqueza y fomentó la desigualdad, culminando en grandes conflictos como las dos Guerras Mundiales.
A pesar de los riesgos inherentes al pensamiento de suma cero, el artículo plantea una alternativa: el pensamiento de suma no cero, basado en la cooperación y el beneficio mutuo.
El sistema global posterior a la Segunda Guerra Mundial, basado en instituciones como el Fondo Monetario Internacional, promovió este tipo de visión, fomentando el comercio y la colaboración en lugar de la confrontación.
A través de la deliberación y la colaboración, se pueden encontrar soluciones que beneficien a todos los participantes, y no solo a unos pocos.
Finalmente, el autor hace un llamado a reconsiderar el pensamiento de suma cero, especialmente en el contexto de los problemas globales actuales.
El mundo moderno, cada vez más interconectado, ofrece la posibilidad de un cambio: si logramos superar la mentalidad de “todo o nada” y adoptamos un enfoque de cooperación, podremos construir un futuro más próspero y pacífico para todos.
A medida que más países y comunidades se resisten a participar en este juego destructivo, puede ser posible cambiar las reglas del mismo.
Fuente: telam