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30/01/2025

La breve y trágica vida de Felicitas Guerrero: heredera de una fortuna y “la más hermosa de la República Argentina”

Fuente: telam

Nacida en una familia acomodada, la joven fue obligada a un matrimonio por conveniencia con uno de los hombres más acaudalados del país. La unión con ese hombre no duró mucho tiempo. Enviudó y muchos pretendientes intentaron conquistarla, entre ellos, Enrique Ocampo, su asesino. El crimen que conmocionó al país y, aun hoy, en un templo dedicado a su figura continúa generando tristeza

>La viuda Felicitas Guerrero tenía solo 24 años cuando estaba por anunciar con alegría su compromiso con Samuel Sáenz Valiente y un pretendiente, enfurecido por los celos, se le apareció en su casa y la amenazó de muerte: “O te casas conmigo o no te casás con nadie”, le habría dicho Enrique Ocampo con una pistola en la mano. Minutos antes, la joven había desoído a su familia que había recibido al hombre enloquecido y le había recomendado que no lo atendiera. Era demasiado tarde, huyó de inmediato por el salón, intentando esquivar la muerte, pero no llegó muy lejos. El hombre le disparó a quemarropas por la espalda, a la altura de la médula espinal. Felicitas Guerrero cayó y agonizó en el suelo, en medio de un charco de sangre. La mujer más bella de la Argentina y una de las más ricas a fines del siglo XIX, dejaba atrás este mundo que se había ensañado con ella en los últimos tramos de su corta vida. Justo en el momento en que comenzaba a ser feliz fue víctima de lo que hoy llamamos femicidio. En la época, se hablaba de drama pasional.

Al cumplir 18 años, sus padres, Carlos José Guerrero y Reissig y Antonia Reissig Ruano decidieron casarla con su amigo Martín Gregorio de Álzaga y Pérez Llorente, poseedor de una cuantiosa fortuna y grandes extensiones de tierras. El detalle es que el hombre tenía 50 años. A pesar de que la adolescente imploró a sus progenitores que no le concedieran la mano, Felicitas no tuvo más remedio que aceptar esta unión y encargar su vestido de novia.

Felicitas Guerrero amaba la naturaleza y tenía una conexión especial con la estancia La Postrera, situada en el partido de Castelli, en la provincia de Buenos Aires. Este lugar, que se extendía desde el río Salado hasta el actual partido de General Madariaga, era uno de sus parajes favoritos, su refugio principal. En estas tierras se criaban ovejas. Otras propiedades de gran extensión, recuerdan su presencia en la región. Camino a Mar del Plata, a la altura del kilómetro 168 de la ruta 2, se levanta el imponente castillo de la estancia “La Raquel”, que se construyó después de su muerte, pero yacen sobre tierras que alguna vez fueron suyas.

Siendo tan bella, joven y rica, atrajo como un imán a muchos candidatos para volver a casarse. El poeta Carlos Guido Spano la definió como “la mujer más hermosa de la República”, según cuenta el historiador Enrique Puccia en su libro “Barracas. Su historia y sus tradiciones 1536-1936″.

Uno de sus pretendientes fue Enrique Ocampo, el tío abuelo de las escritoras Silvina y Victoria, también de la alta sociedad. El hombre se había enamorado perdidamente de Felicitas y no perdía la esperanza de que ella lo aceptara. A los seis meses de enviudar, le declaró su amor y todas las semanas le enviaba cartas expresando su pasión.

En 1871 la joven había salido a caminar por el campo con unos amigos y en medio de una lluvia torrencial, se perdieron. Fue cuando apareció un hombre montado a caballo, un vecino de ella. -¿Dónde estamos? -preguntó la viuda de Álzaga .-En su casa, señora. En mi campo - respondió. “El jinete era Samuel Sáenz Valiente y la casa de la estancia quedaba cerca. Allí fueron, como en las novelas (y de acuerdo con lo que he oído). El encuentro imprevisto se convirtió en idilio y el idilio en compromiso. Cuando Enrique se enteró de que un rival afortunado le había arrebatado a Felicitas, enloqueció de celos”, narró Victoria Ocampo en “El archipiélago”, el primer tomo de su autobiografía. Y continuó: “Poco después de circular la noticia del compromiso, se encontró en la calle con Guerrero y (padre) y le advirtió: “Dígale a Felicitas que la voy a matar”. El padre no tomó en serio aquella amenaza”.

El 29 de enero de 1872 se celebraba la inauguración de un puente de hierro hecho en Europa para poder cruzar el Río Salado, que permitiría unir los actuales partidos de Lezama y Castelli. La fiesta tendría lugar en la quinta de Felicitas en Barracas, sería el momento oportuno para anunciar el compromiso. Desde aquella tarde de lluvia ella y Samuel se habían vuelto inseparables.

Felicitas agonizó durante horas y murió en la madrugada del 30 de enero de 1872. El crimen conmocionó al país. La justicia determinó que Enrique Ocampo se suicidó después de dispararle a Felicitas y el caso fue cerrado. No obstante, como plantea Victoria en su libro, cabría la posibilidad de que lo hayan matado los familiares de Felicitas tras el disparo. Se cree que el cuerpo de Ocampo tenía más de un orificio de bala.

La joven fue velada en la casa de los Guerrero en la calle México 524 y sepultada en el Cementerio de Recoleta, donde su familia vivió un momento aún más amargo cuando el cortejo fúnebre se topó con el del femicida, que ingresó a la misma hora.

Fuente: telam

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