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20/11/2024

A más de un siglo del misterio de las joyas de la Corona robadas en Irlanda y nunca recuperadas

Fuente: telam

El golpe en Dublín es un caso fascinante de la historia irlandesa. El asunto sigue rodeado de enigma más de 100 años después de ocurrido

>El 6 de julio de 1907, Sir Arthur Vicars descubrió un hecho que conmocionaría a la sociedad de la época: las joyas de la corona irlandesa habían desaparecido del castillo de Lo que hacía a este robo particularmente extraordinario era la precisión con la que se ejecutó. Las joyas estaban bajo resguardo en una caja fuerte en la oficina de Vicars. No había señales de que la cerradura hubiera sido forzada, lo que sugería que los ladrones pudieron haber usado una llave robada o falsificada. Además, los responsables tuvieron que eludir la vigilancia de un lugar fuertemente custodiado, superando a los guardias y la seguridad que patrullaban regularmente el castillo.

Este robo no solo expuso vulnerabilidades en la protección del castillo, sino que también dejó en el aire una serie de preguntas inquietantes: ¿cómo fue posible el acceso a la caja fuerte? ¿Era un trabajo interno? Y, sobre todo, ¿quién estaba detrás de un crimen tan audaz?

Las joyas robadas del castillo de Dublín no eran meros adornos, sino un conjunto de piezas cargadas de simbolismo y valor histórico. Formaban parte de los ornamentos ceremoniales de la Orden de San Patricio, una orden de caballería británica establecida en Irlanda. El propio La colección incluía insignias y collares decorados con gemas deslumbrantes: brillantes diamantes brasileños, esmeraldas, y rubíes. Estas joyas no solo eran testimonio del poderío británico en Irlanda, sino también un símbolo de la riqueza y exclusividad asociadas a la monarquía y a sus órdenes de caballería.

La desaparición de estas piezas dejó un vacío no solo físico, sino también simbólico, en el marco de las tensiones entre las estructuras coloniales británicas y el creciente movimiento nacionalista en Irlanda.

El robo de las joyas de la corona irlandesa también marcó el principio del fin para la carrera de Sir Arthur Vicars, el encargado de protegerlas. En su papel como rey de armas del Ulster, era responsable directo de la custodia de las joyas y de la seguridad en el castillo. El hecho de que un robo de tal magnitud ocurriera bajo su vigilancia lo colocó en el centro del escrutinio público y de una serie de acusaciones que acabaron con su reputación.

Vicars encontró un aliado inesperado en su primo, el célebre escritor Finalmente, la Comisión Virreinal de 1908, encargada de investigar el robo, concluyó que Vicars era culpable de negligencia, pero no resolvió el crimen ni identificó a los responsables. Deshonrado, Vicars perdió su posición en el castillo de Dublín y pasó el resto de su vida a la sombra de este escándalo.

Desde el momento en que se descubrió la desaparición de las joyas de la corona irlandesa, se puso en marcha una serie de investigaciones que resultaron increíblemente infructuosas. Las pesquisas incluyeron la participación de cuerpos destacados como la Policía Metropolitana de Dublín y Scotland Yard, pero ninguna de estas instituciones pudo identificar a los responsables ni recuperar las joyas.

Un intento inusual por parte de un grupo de espiritistas llevó la investigación a territorios poco convencionales. Durante una sesión, afirmaron que las joyas estaban ocultas en un cementerio cercano. Las autoridades, en un acto de desesperación, siguieron esta pista, pero no encontraron nada relevante.

Con el tiempo, la falta de progreso y las investigaciones mal orientadas enfriaron los esfuerzos oficiales por recuperar las joyas. Sin embargo, el caso continuó despertando interés público, lo que daría pie a diversas teorías sobre el destino de las piezas y los posibles motivos detrás del crimen.

Aunque las investigaciones oficiales no pudieron resolver el caso, diversas teorías surgieron para intentar explicar el audaz robo de las joyas de la corona irlandesa. Iban desde motivos económicos individuales hasta conspiraciones políticas relacionadas con las tensiones entre Irlanda y la corona británica a principios del siglo XX.

Sir Arthur Vicars, deshonrado tras el robo, sostenía que el responsable era Francis Shackleton, hermano menor del explorador ártico Ernest Shackleton. Francis era una figura prominente en los círculos sociales de Dublín y Londres, y ocupaba el cargo de heraldo de Dublín, lo que le daba acceso privilegiado al castillo. Según Vicars, Shackleton tenía serios problemas económicos, y el valor de las joyas podría haber solucionado sus deudas. Sin embargo, Shackleton presentó una coartada sólida: no estaba en Dublín en el momento en que Vicars descubrió el robo, y nunca se presentaron pruebas concluyentes en su contra.

En 1907, el movimiento nacionalista en Irlanda ganaba fuerza, con demandas crecientes de autogobierno que cuestionaban la presencia colonial británica. Esto llevó a sugerir que el robo pudo haber sido un acto simbólico contra la corona. Incluso el rey Eduardo VII se preguntó si los nacionalistas irlandeses podrían estar detrás del atraco, viéndolo como un golpe dirigido al poder colonial británico. Sin embargo, los expertos señalan que la cuestión del autogobierno no alcanzó un punto álgido hasta varios años después, lo que debilita esta hipótesis.

Otra teoría plantea que el robo pudo haber sido organizado por el propio Estado británico, preocupado por la perspectiva de perder su control sobre Irlanda. Según esta versión, el objetivo habría sido recuperar las joyas de manera encubierta para evitar que cayeran en manos de los nacionalistas. Sin embargo, esta hipótesis es considerada poco probable, ya que no existen pruebas documentadas que la respalden.

Algunos investigadores creen que las joyas fueron desmanteladas poco después del robo. Las piedras preciosas podrían haber sido vendidas individualmente, haciéndolas irreconocibles en el mercado. Esta posibilidad implica que, incluso si se resolviera el caso, las piezas originales probablemente ya no existirían.

A más de un siglo del robo, el caso de las joyas de la corona irlandesa continúa capturando la imaginación de investigadores, historiadores y detectives aficionados. A pesar de que no hay una investigación oficial en curso, las teorías y especulaciones sobre el destino de las joyas persisten, alimentadas por las ocasionales revelaciones y pistas dudosas que emergen en el tiempo.

El caso también ha inspirado libros, documentales y teorías alternativas que van desde la implicación de personajes de la alta sociedad hasta conexiones con movimientos políticos. Según el historiador Myles Dungan, autor de The Stealing of the Irish Crown Jewels: An Unsolved Crime, las joyas probablemente fueron desmanteladas y vendidas hace mucho tiempo. “Es posible que alguna de las piedras preciosas haya sido reutilizada en un anillo o collar, convirtiéndose en parte de la vida cotidiana de alguien sin que lo sepa”, especula Dungan.

Fuente: telam

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