24/10/2024
Fui, vi y escribí: Laura, Fran y la soledad de las mujeres

Fuente: telam
Una película sensible y una novela muy potente abordan el tema del aislamiento y las dificultades para encajar en el sistema. Este artículo reproduce el newsletter de Cultura: lecturas, cine, teatro, arte, música e historias que despiertan entusiasmo y, por qué no, fascinación o perplejidad
>Hola, ahí.
Ellas, más solas
La pandemia por Covid agravó lo que ya era una tendencia. Si bien en el área de la educación la presencialidad fue regresando paulatinamente sobre todo en las primeras etapas de formación, en terciarios y universidades la virtualidad creció exponencialmente, haciendo más pronunciado el aislamiento. Lo mismo ocurre con el mundo del trabajo, donde el home office se instaló definitivamente, lo que por un lado contribuye a aligerar gastos y favorece las tareas de cuidado pero también hizo que se perdieran espacios comunitarios y de socialización que, para muchas personas, eran los únicos en sus vidas.
Los mortíferos sueños de Fran
Fran es flaquita, transparente. Usa chatitas y cada vez que se las pone es como si se subiera a una ensoñación que la cambia de pista. No sabemos nada de ella, solo que vive sola en un pueblo de Oregon, que su comida favorita es el desabrido queso cottage, que trabaja en una oficina y que habla poco. Sabemos también algo central y es que tiene tremendos sueños de muerte que la toman de noche pero sobre todo cuando está despierta y que le cuesta muchísimo conectarse con el resto de la humanidad.Los espectaculares sueños de Fran (una delicada y oscura Daisy Ridley) son una vida secreta y paralela a su realidad y toman la forma de cuadros vivientes, puro arte y estética que representan diferentes formas de morir en bosques o playas solitarios. Diferentes formas en la que ella muere, para ser más precisos. Y es que Este es el argumento principal de Hay un trabajo con la luz y el encuadre que va en sintonía con la historia que se cuenta, la de una mujer solitaria a la que le cuesta interactuar con otros y que solo parece estar viva cuando es guiada por las rutinas del trabajo, introduce la comida en el microondas o se viste para salir a la calle.
Traducciones “especiales”
La música y la tipografía de los títulos de Si tomamos el título original, un inglés básico nos hace traducir Sometimes I Think About Dying como “A veces pienso en morir” o “A veces pienso sobre la muerte” o “A veces pienso en suicidarme”, por ejemplo, pero en Youtube la encontrás como “A veces pienso en desaparecer” (?) y lo más sorprendente sucede en Mubi, una plataforma excepcional en la que, a pesar de que la reseña de la película está muy bien, alguien eligió rebautizarla a la manera de una secuela de La novicia rebelde. Ahí entonces vas a encontrarla como La vida soñada de Miss Fran (¿para no asustar a espectadores sensibles? ¿para convocar a diferentes audiencias? ¿para llamar la atención del público fan de las rom coms? ¿acaso porque los asusta pensar en la muerte?).
Los amores de Laurita
Laura es productora de radio; sale todos los días muy temprano de su casa —vive sola— para llegar a horario y construir la agenda con la que la audiencia arrancará el día. Estamos en 2007, ya existen los celulares —es el imperio de las Blackberry— pero las redes sociales aún no explotaron. Los diarios de papel siguen siendo esperados, leídos, respetados. Son solo quince años de distancia con el presente y, sin embargo, en determinadas cuestiones se siente como si fuera un siglo o más.Laura es la protagonista y narradora de Gelatina libre (Planeta), la primera novela de Marina Abiuso, conocida periodista de gráfica, radio y televisión, coautora con Soledad Vallejos de Amalita, una recordada biografía de la empresaria argentina Amalia Lacroze de Fortabat. La novela de Marina es una sátira punzante en la que humor y angustia se alternan en el ánimo lector mientras la protagonista trabaja sin freno, cambia todo el tiempo de nutricionista y dietas y busca con desesperación irritante encajar en el modelo de mujer de su época.
La vida en la balanza
Lo más desesperante no es que viva en competencia y necesite todo el tiempo ganarles a todos y a todas sino saber que lo que Laura (no Laurita) busca es, sobre todas las cosas, amar y ser amada. Lo que ella quiere, en definitiva, es descansar en ese amor sin desconfiar ni verse obligada a diseñar todo el tiempo estrategias más o menos sofisticadas para disimular rollos, celulitis y kilos de más.
Te dejo algunas de las frases de Laura, un personaje inolvidable en muchos sentidos, para que adviertas el tono de la novela pero también las claves de su sufrimiento:
“La gelatina es el único alimento para el que no hay porción indicada. Puedo comer hasta cansarme. Toda la gelatina que quiera. El tupper me dura tres días, un poco menos los fines de semana. Descubrí que la clave está en ir cambiando los sabores”.
“Nunca dejan de impresionarme las gordas que comen en público”.
“La interpretación del sueño que hace mi psicólogo me parece una pavada. Me enoja. Habla sobre lo que me saco de encima al perder peso, lo que el peso representa para mí. Que yo me cubro de grasa para protegerme, poner una distancia entre el mundo y yo”.
“Los atracones son espontáneos pero también se planifican. Porque para atracarse hay que tener con qué. Muchas veces me he comido un paquete entero de galletas de arroz pero jamás diría que eso es un atracón. El atracón implica malestar, vergüenza. El atracón es una derrota. Un error de cálculo”.
“Corto la albóndiga en tres para que dure más”.
“Como en la dieta, en el amor nunca llego a la etapa de mantenimiento”.
Gelatina libre es mucho más que una novela sobre una chica con sobrepeso. Marina Abiuso escribió de manera inteligente y bajando varios cambios el dramatismo con humor e ironía una historia fuerte sobre el malestar contemporáneo de las mujeres, que a la vez propone una mirada irónica sobre los que hacen negocios con ese malestar y un recuerdo de lo que era el periodismo hace quince años, cuando las noticias todavía eran verdaderas noticias y no posteos o tuits provocadores producidos para llenar el vacío existencial de una era en la que las ilusiones están en crisis.
Las horas con los otrosComo pasa cuando vas a la escuela o cuando tus propios hijos están en edad escolar, en los lugares de trabajo hacés amistades y forjás vínculos con personas que tal vez no elegirías en otros contextos porque son espacios que de alguna manera te obligan a compartir la intimidad. Vivís con los otros momentos de emoción y también de duelo. Acompañás procesos: romances, divorcios, muertes queridas. Te prestás objetos, comés en compañía, te enterás de lo que le gusta o no le gusta comer al otro. Sabés cuando hay glotones o cuando hay fobias. Sabés cuando alguien necesita hablar y cuando alguien necesita callar. Conocés a los sociables y a los fóbicos, a quienes buscan denodadamente compañía y a los que hacen todo lo posible por mantenerse aislados.
(Escribo esto último y advierto enseguida que sería muy interesante escribir un envío especial sobre este tema).
Empiezo a despedirme y muchas gracias por haber llegado hasta acá y por los hermosos mensajes que me enviaron en la última semana.Últimamente subo muchas pinturas de flores a mis redes: me hace bien buscarlas, seleccionarlas, admirarlas y compartirlas. Creo, en realidad, que le hace bien a todo el mundo, así que posiblemente ilustre muchas veces con imágenes de ese tipo. Si nos lo proponemos, a lo mejor conseguimos bajarle varios cambios a la agresividad general.
Hasta la próxima.
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Fuente: telam