Sábado 7 de Septiembre de 2024

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27/07/2024

La impronta surrealista de Meret Oppenheim

Fuente: telam

Con obras que desafiaron las normas y exploraron nuevas formas de expresión, la artista germano-suiza dejó una huella indeleble en la historia del arte del siglo XX. Este es su recorrido

>La artista germano-suiza Meret Oppenheim (1913-1985) desafió con ingenio e ironía las convenciones del arte, dejando una marcada impronta tanto en el movimiento surrealista como en la creación contemporánea.

Puede que su emblemática obra Le déjeuner en fourrure (El almuerzo en piel) eclipsara a la propia artista, pero su legado abarca mucho más que este inolvidable objeto surrealista.

Creciendo entre el arte y la sombra

Nacida en el seno de una familia de la burguesía liberal con profundas raíces en las artes visuales y las letras, la infancia y juventud de Meret Oppenheim se desarrollaron entre Alemania y Suiza. Desde temprana edad, Oppenheim mostró una fuerte inclinación hacia la creación artística, impulsada por el ambiente cultural que la rodeaba. Su entorno familiar, que incluía a figuras como el escritor Hermann Hesse, marcó profundamente las primeras obras de la artista. Desde su adolescencia, se sumergió en la escritura y las artes visuales, plasmando sus sueños en textos e ilustraciones.

El encuentro inevitable

Entre 1924 y 1940, muchos artistas, escritores e intelectuales se unieron en torno a André Breton, teórico del movimiento surrealista, para socavar creativamente la racionalidad y el orden opresivo de la sociedad de posguerra. Se establecieron entonces las bases de una nueva estética inspirada en las teorías freudianas, el psicoanálisis, los símbolos, el inconsciente, los sueños y el azar.

En 1933 Giacometti y Hans Arp invitaron a Oppenheim a participar junto a Salvador Dalí, Max Ernst y Vasili Kandinsky –como invitado de honor– en la sexta edición del Salon des Surindépendants. Esta muestra consagró a la autora como la integrante más joven del grupo surrealista.

Man Ray, fascinado por la vitalidad y enigmática apariencia de Oppenheim, la fotografió desnuda en la serie Erotismo velado (1933). Oppenheim, con parte del cuerpo manchado de tinta, se sitúa junto a la rueda de un tórculo. El pecho queda estratégicamente oculto por la rueda y el mango de esta sobresale entre sus piernas como un falo. Con esta fotografía, Man Ray creó una turbadora ambigüedad al integrar los opuestos, masculino y femenino, humano y máquina, en un nuevo contexto.

Un éxito surrealista

Mi asistenta, mi enfermera (1936) fue otra de sus aportaciones. Sobre una bandeja, un par de zapatos de tacón con la suela hacia arriba están atados con un cordel y adornados como si fueran jugosos muslos de un asado de pollo. En esta pieza, relacionada con la construcción de la feminidad, el cordel puede leerse como símbolo de la opresión de los roles impuestos a las mujeres. Mientras, la semejanza de los zapatos del revés con los muslos en tensión parece sugerir que la mujer es consumida sexualmente.

1937-1954

Como consecuencia del ascenso de Hitler y del partido nazi al poder, el padre de Meret Oppenheim, de origen judío, tuvo que cerrar su consulta en Alemania. Los fondos que financiaban la vida de la artista en París se terminaron. Esta circunstancia, unida a su decisión de abandonar el círculo surrealista para evolucionar como artista, provocaron que en 1937 dejase París para unirse a su familia en Basilea. Allí, tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Oppenheim se sumió en una larga y profunda crisis personal.

Metáfora infinita y posicionamiento internacional

El desarrollo de nuevas formas artísticas originado en las vanguardias trajo consigo otra forma de entender el arte. El proceso artístico se convirtió en protagonista, necesitando de la presencia activa del público para tener sentido.

Otra obra significativa de la artista, pionera en asociar erotismo, comida, recubrimientos inusitados y soportes alternativos, fue Banquete de primavera, una performance en la que tres hombres y tres mujeres comían sobre el cuerpo desnudo de una mujer.

En 1964 presentó Radiografía del cráneo de M.O., en la que se despojó incluso de su propia desnudez, desafiando visualmente lo establecido al incorporar anillos y pendientes a una prueba radiológica. En esta provocadora imagen, desde la reflexión y el paso del tiempo, la artista expuso su calavera para exhibir su auténtica naturaleza.

Publicada originalmente en

Fuente: telam

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